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El antídoto
marzo 24 de 2015
por Juanita Porras Sepúlveda
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Fotografía: Pixabay (banco de imágenes)
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Fellini comienza 8 ½ con Guido Anselmi encerrado en un auto, no hay diálogos, la música es suave, Guido es observado por pilotos y copilotos de otros autos cercanos. 8 ½ cuenta la historia de un famoso director de cine que no sabe sobre qué dirigir después de terminar su última película; Guido es Fellini y 8 ½ es su historia.

 

Cuando vi la historia que Fellini había creado, me di cuenta de la precariedad de contenido del cine más comercial, de la insensibilidad (la carencia de opiniones propias y de análisis crítico a lo consumido) del llamado “cinéfilo contemporáneo” ante las obras cinematográficas. Seré clara con el propósito de mi artículo, debería existir una división marcada entre el verdadero séptimo arte y  los productos netamente comerciales. Con tal propósito no pretendo que las obras del séptimo arte sean sin ánimo de lucro, porque tal pretensión sería olvidar los costos producción necesarios para las creaciones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cine es una de las industrias más grandes y poderosas del globo, Hollywood produce millones de dólares que fortalecen su economía y que permiten mantener su imperio de cine comercial. Estas obras comerciales cuentan con ventajas sociales, económicas y políticas, convirtiendo al cine en una herramienta socializadora.  Durante la Segunda Guerra Mundial Hollywood prestó servicios para realizar propaganda apoyando a los Aliados, así también ha socializado costumbres norteamericanas que han sido difundidas hasta convertirse en costumbres o ideales de toda la cultura occidental. Hollywood moldea, según las conveniencias del poder, las ideas del consumidor contemporáneo y es allí donde la insensibilidad del consumidor se convierte en un problema.

 

Las piezas de arte cinematográficas son el antídoto –que propongo- para la insensibilidad del consumidor. Una de las cualidades más representativas de estas piezas es su oposición al cine convencional y la utilización de narrativas alternativas que lleven al público a reconsiderar los paradigmas establecidos y a desarrollar un análisis crítico frente a lo que es mostrado en la pantalla.

 

Es necesario resaltar las excepciones del cine hollywoodense que también ha desarrollado narrativas poco convencionales sin perder de vista la obtención de recursos comerciales. Así los seguidores del cine comercial también han logrado apreciar las narrativas alternativas y algunos, como yo, han empezado a cavar más profundo para quedarse del lado del cine como una obra de arte, como uno de los transformadores sociales más poderosos. Sin embargo, el ejercicio de espectador no funciona como una estricta rutina, el cine comercial también nos ha llenado de gratas sorpresas como lo son algunos de los clásicos.

 

En el año de 1963 8 ½ ganó un Óscar como mejor película extranjera. La considero una combinación, una obra comercial con narración alternativa, una de esas gratas sorpresas. Y le agradezco a Guido y a Fellini ser parte de El antídoto. 

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