El lado derecho de su boca

Cinco meses atrás Ana había sentido la necesidad de buscar el placer que su marido ya no le hacía sentir. La única manera que encontró sin serle infiel fue por medio del dolor de ambos. La cicatriz que bordea la parte derecha de su boca fue el resultado de golpes manipulados por ella, ya que conseguía que este siempre golpeara su perfil derecho, porque el izquierdo era el que ella dejaba ver ante su esposo mientras caminaban.
***
Al medio día, a un lado de la plaza de mercado un vendedor anunciaba sus productos. Frente a él, un hombre que pasaba caminando junto con una mujer le lanzó una mirada con la que el mercader de inmediato agachó la cabeza y bajó los hombros, como queriendo no incomodar más con su presencia. Del brazo de este, se enroscaba la mano de su esposa que seguía sus pasos a un ritmo más lento sin importarle que su marido la ignorase.
Descansar la mano sobre el brazo de él era suficiente para sentirse completa. A pesar que su mirada demostraba inseguridad, en el fondo; sólo por este hecho, ella se sentía segura estando detrás y amarrada a la extremidad de su esposo. Él sentía el suficiente asco para no devolverle el gesto de sujetar su mano.
Bajo sus gafas, Fabio, esconde sus ojos de la mirada de los demás y utiliza su ceño fruncido como escudo para evitar que las personas se le acerquen y sea juzgado por las marcas que lleva su esposa en el rostro. Ana de Barrera, lleva una comilla en el lado derecho de su boca, la que hace parecer como si siempre intentara sonreír. Su ojo derecho lo lleva más cerrado que el izquierdo y también con un tono más rojizo que evidencia la golpiza que acababa de sufrir.
Esa mañana Fabio había salido de su cuarto por un café, en el trayecto, se detuvo al ver a Ana sentada en la sala con la mirada baja y a punto de estallar en llanto. Se le acercó y besó su frente, ella le correspondió mirándolo fijamente a los ojos sin parpadear y posteriormente lanzó una ráfaga de insultos sin ninguna razón. Él, queriendo callar las palabras de su esposa la sujetó fuertemente de las manos como si esto lograra evadir la incomodidad que estas le causaban. Ella al sentirse impotente se lanzó encima de él dándole golpes y algunos aruñones de los que él sólo pudo escapar golpeando su ojo derecho. Luego de unos segundos, se escuchó un gemido, los ojos de Ana se llenaron de lágrimas y su boca mostraba una sonrisa de felicidad completa. Fabio al ver esto, siguió golpeándola en el lado derecho del rostro sin controlar sus impulsos. Él estalla en llanto y sale corriendo hacia el baño mientras ella se queda recostada en el sofá sollozando de placer. De nuevo muestra una sonrisa, una sonrisa triunfal.
Cinco meses atrás Ana había sentido la necesidad de buscar el placer que su marido ya no le hacía sentir. La única manera que encontró sin serle infiel fue por medio del dolor de ambos. La cicatriz que bordea la parte derecha de su boca fue el resultado de golpes manipulados por ella, ya que conseguía que este siempre golpeara su perfil derecho, porque el izquierdo era el que ella dejaba ver ante su esposo mientras caminaban.
Por: Juan José Duque