Al crecer solemos recordar aquellos tiempos en que sólo importaba el recreo, las tardes llenas de diversión en las calles, las simples tardes frente al televisor o jugar a las profesiones que algún día ejerceríamos con gran pasión. Ahora, esto suena descabellado o a simplemente un juego de niños, pero me hace caer en la cuenta que una parte de los adultos se ha diluido a través de la vida.

 

Dedico esta imagen a quienes solían meterse debajo de la cama a simular una nave espacial, también a los que convertían un juguete en una máquina de apagar incendios y los asientos en los más fieles unicornios.

 

Esto no es más que una reflexión, para activar de nuevo nuestra imaginación y nuestros sueños; además para que busquemos en lo recóndito de nuestra mente al niño que no le interesa la hora, los regaños o los raspones, y que lo único importante sea divertirse.