Selfie: el dilema de Narciso
marzo 25 de 2015
por Julián Vivas Banguera

Comparte:
La moda de los autorretratos o selfies ha modificado drásticamente nuestra forma de actuar ante los demás. Recuerdo aquellas épocas en la que esa bandeja paisa preparada por mamá lucía mucho mejor en el estómago, que en Instagram; y esos días en los que los labios solo se limitaban a cumplir sus funciones biológicas, y no a imitar patos o cualquier otro animal silvestre.
En los últimos años algunos científicos, preocupados por los grandes fenómenos sociales, decidieron investigar la moda de las selfies, descubriendo datos irrisorios sobre la realidad humana. Pero ese no será el objetivo de este texto, es decir, no expresaré que para Jesse Fox, investigador de la Universidad de Ohio en Estados Unidos, (país “mínimamente” afectado por esta moda) después de haber realizado un estudio a ochocientas muestras, se descubrió que los hombres que se hacen muchos selfies son más propensos a ser psicópatas, no.
Mucho menos diré que según un sondeo realizado por Van Gallagher, científico de la Universidad Wageningen, Holanda, el 83% de las personas adictas a tomarse selfies demuestra no tener una vida sexual activa, además de poseer personalidades narcisistas, propensión a construir imaginarios completamente diferentes a su vida, llegando a causar hasta su propio divorcio, no, para nada, ese no es mi estilo.
Habiendo aclarado el punto, sí es necesario recalcar que esta moda, que hasta canción tiene, se ha convertido en una conducta necesaria en nuestras vidas, y es que bien sea porque nos gusta demostrar nuestra falta de sexo en redes sociales, o presumir nuestros logros ante los demás con el simple propósito de generar envidia, o no -¡moralistas!-, estos autorretratos alimentan nuestro ego.
Sin embargo, como dicen las tías, “todo en exceso es malo”. Está bien usar a los autorretratos como una forma de distracción, o incluso halago, porque es obvio que nos fascina alabar a ese amigo peligroso llamado ego, al cual el mismo Alejandro Jodorowsky -sabio desde el origen de los tiempos-, define como el opio del humanidad, ese ego, que nos convierte en seres narcisistas que parecen preocuparse más por sí mismos y por cómo lograr el ángulo perfecto para la foto.
¿No le ha pasado que en una celebración familiar se le acerca un “primo” que usted remotamente ha visto en su vida a pedirle una fotografía con el simple propósito de presumir a su prima buenona en las redes?, ¿o que mientras está comiendo con su pareja esta en vez de mirarlo a los ojos con deseo, haga lo mismo pero con la cámara del teléfono?
Esta moda no sería tan relevante si las acciones que conlleva no fueran tan perjudiciales: tomarse selfies al caminar, puede provocarle un accidente y hasta dañar su teléfono (y todos sabemos que no hay nada más doloroso que un teléfono roto), posar para autorretratos en medio de clase provoca la distracción de sus compañeros no imitadores de animales, que lastimosamente en una sensación de envidia, se ven sometidos a hacer lo mismo, no porque quieran, sino por obligación.
Para Luis Fernando Orduz, expresidente de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, todo ser humano tiene en el fondo el deseo de ser exhibicionista: “algunos pueden hacerlo mostrando las partes de su cuerpo, y otros, aspectos intelectuales o artísticos. Todos tenemos un ego y un componente narcisista que nos lleva a dejar en evidencia algo que nos haga más atractivos”.
Entonces, ¿pecamos de superficiales o faltos de carácter por tomarnos selfies? Lo que sí es cierto es que diariamente en Instagram aparecen 36 millones de fotos etiquetadas con la palabra “selfie”, 96 millones con “yo” y centenares de miles más con etiquetas similares, datos que nos hacen reflexionar sobre este fenómeno y las consecuencias que puede estar generando en la sociedad.
La recomendación es: si le gusta tomarse selfies, sea moderado, no se tome veinte al día, y si lo hace, no las publique todas, por bonita/o que sea, cansa ver una foto suya al abrir una red social. No moleste a su mamá tomándole fotos al sancocho de gallina en lugar de comérselo, tenga por seguro que lucirá mucho mejor en su estómago que en Instagram, y por último, si siente que es adicto a tomarse selfies, vaya a un psicólogo, nunca está de más mostrarnos como somos.